El Rockefeller Center
En el año de 1930 Diego Rivera era el artista más representativo y visible del movimiento muralista mexicano, y que pasados dos años todavía Estados Unidos y el resto del mundo atravesaban por una severa recesión económica,
Pero los grandes beneficiarios de esta crisis «como siempre» fueron las grandes familias de multimillonarios y banqueros como los Rockefellers, quienes se embarcaron en un proyecto de 125 millones de dólares (toda una fortuna para 1932) que consistía en crear un complejo de rascacielos que se convertiría en todo un centro de oficinas y comercios; que tomaría el nombre de Rockefeller Center en el barrio Midtown Manhattan de la ciudad de Nueva York.
Decidiendo decorar el vestíbulo del edificio más alto de todo el conjunto y que albergaba la sede del Radio Corporation América, la famosa RCA.
Un año antes, Rivera recibió distintas invitaciones para pintar en los Estados Unidos, tanto en San Francisco, como en el Detroit Institute, a unas cuantas calles de lo que sería el gran complejo de edificios. Largas filas del MOMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York) rompían récord de asistencia a (finales de 1931) para conocer, sobre todo, la obra de un artista latinoamericano llamado Diego Rivera, quien presentaba ocho murales elaborados en situ.
Abby Rockefeller cofundadora del museo (MOMA) y esposa de John D. influyó para que su hijo Nelson contactara al artista mexicano con la propuesta de pintar un mural de 99 metros cuadrados, y que sería la pieza principal del edificio.
Esta decisión llegó después de que Raymond Hood arquitecto principal de la obra fue ayer en su misión de comisionar a Henry matisse o Pablo Picasso para que pintaran esta pieza.
Pero después de una larga negociación finalmente el artista mexicano llegó a un acuerdo con Rockefeller, cuya temática sería la de un fresco sobre la cooperación humana y el desarrollo científico.
Pero durante el proceso y sobre la marcha realizaría varios cambios a su boceto original lo que desembocaría en consecuencias fatídicas.
Diego Rivera esbozó el mural que llevaba por nombre el «hombre en el cruce de caminos» fiel a su ideología socialista. Mural en el que plasmaba los dos sistemas económicos que marcaron el siglo 20, el socialismo y el capitalismo; haciendo una comparación entre ambos modos de producción.
Rivera dividió la obra en dos partes, separadas en el centro por un obrero que controla una máquina con enormes engranes en el primer plano. El hombre en el cruce de caminos representaba un átomo con la división de los dos mundos encontrados gracias a la base de la ciencia y la invención tanto el microscopio como el telescopio. Así el microcosmos presentaba células, virus y bacterias; mientras que el macrocosmos aparecían estrellas planetas y nebulosas del fondo.
Del lado izquierdo Rivera presentó un mundo capitalista con tintes apocalípticos los soldados portando máscaras biológicas y aviones de guerra que nublan el horizonte.
Debajo una protesta popular es reprimida por la policía montada en Nueva York, mientras que a un costado aparecía Charles Darwin con una radiografía de un cráneo humano, como una crítica al «Darwinismo Social» y las teorías de superioridad racial.
Y en el lado opuesto Rivera presentaba una idealización de socialismo so con el ejército rojo marchando en la parte superior mientras que mujeres niños y trabajadores se unían a la protesta. Apareciendo también Federico Engels, Carlos Marx, León Trotsky y Lenin, sobre todo este último como el personaje más visible de toda la obra.
Aunque el diseño original del «El hombre en el cruce de caminos» fue aprobado por los Rockefeller tras conocer los bocetos preparatorios la prensa hizo eco de la polémica de los personajes en el mural. Hasta que en abril de 1933 el diario New York World Telegram publicó un artículo donde criticaba abiertamente esta obra, tildándola de «propaganda anticapitalista«.
Cuando la noticia llegó a los oídos de la familia Rockefeller, el propio Nelson le pidió Rivera que sustituyera los líderes soviéticos por otros personajes; pero por mucho que intentaron persuadirlo, Rivera se negó. Y por si esto fuera poco también tuvo la osadía de pintar al mismísimo John Rckefeller Junior en el lado izquierdo del mural donde aparecía bebiendo, cosa que molestaría mucho a la familia.
Nelson Rockefeller detuvo el acto de develación del Mural programado para el primero de mayo de 1933. Llamando a Rivera para exigirle que borrara la cara del líder socialista Lenin, proponiendole que en su lugarpusiera la incorporación de otro personaje que formaran un contrapeso como Abraham Lincoln.
Pero Rivera ante su negativa, le contestó que prefería que su obra fuera destruida tras la imposibilidad de un acuerdo entre ambas partes. Obra que finalmente fue abandonada a punto de ser terminada y fue cubierta con mantas para evitar su visibilidad.
A al año siguiente en febrero de 1934 en un escueto comunicado del Rockefeller Center especificaba que se llevarían a cabo «obras de remodelación» y finalmente la pared fue intervenida por trabajadores destruyendo completamente el mural. Hecho que Diego lo llevó a calificar como un acto de terrorismo cultural.
A pesar de que su obra fue destruida, los Rockefeller le pagaron la cantidad pactada desde un principio en de $21,000.00 dólares. Todo lo cual ocasionaría que también perdiera la comisión para realizar un mural para la empresa General Motors.
No obstante lo sucedido, Rivera decidió quedarse en Nueva York y«vengarse» con «guante blanco», pues con el dinero conseguido por la ejecución del incompleto mural, lo empleó para pintar en la New Work School de los Estados Unidos la cual era una escuela para trabajadores, un centro de formación ideológica del partido comunista de los Estados Unidos. Pintando en total una serie de 21 tableros, dándole por título: «El retrato de los Estados Unidos«. En donde en ninguno de ellos pintaría a John D. Rockefeller.
Diego regresaría a México a finales de 1934 en donde encontraría apoyo del presidente Lázaro Cárdenas ya que también compartía las mismas ideas socialistas de Ribera, comisionándole la misma obra «El hombre en el cruce de caminos» pero ahora en el Palacio de Bellas Artes, gracias a distintos bocetos y fotografías de su obra anterior en Nueva York. En la que además no solo incluyó a Lenin, sino que agregaría nuevos personajes. Y aunque la visión utópica de Rivera sobre el socialismo no ha envejecido hoy en día se puede apreciar en toda su magnitud.