Niño con frutas

En la historia de la pintura, la infancia ha sido inmortalizada en muchas obras de los grandes maestros quienes han logrado transmitir esa alegría, energía y desenvoltura natural; además de su espontaneidad y deseo de vivir (la savia nueva, el futuro mismo).

De esta forma, las pinturas de niños de Diego Rivera son un ejemplo de su habilidad para capturar la esencia de su vida cotidiana (niños de inicios del siglo XX); pues en muchas de sus obras, se pueden ver a estos niños jugando en las calles, ayudando a sus padres en el campo o simplemente pasando el tiempo juntos. Logrando transmitir al mismo tiempo tanto su ternura como la de su vulnerabilidad de estos seres pequeños y frágiles. Pinturas que con el tiempo se han convertido en verdaderas joyas del arte mexicano.

Así por ejemplo, a la derecha de la entrada de la Capilla, se encuentra a un niño sentado sobre un haz de trigo y con frutas en el regazo. Tablero que junto con el de la «Niña con mazorcas» (lado izquierdo de la entrada) fueron pintados a manera de proemio y como dos motivos alusivos a la tierra.

Niño con frutas
Capilla