Vida y Obra de Diego Rivera
Breve semblanza
A continuación presentamos una breve semblanza de la vida de Diego Rivera, así como de los personajes más destacados que convivieron con él, con la finalidad de ubicar y recordar, sobre todo, a las nuevas generaciones de mexicanos y de cualquier parte del mundo, esta parte de la historia de nuestro país que se refiere a la pintura mural y al contexto político de aquella época, la década de los años veinte del siglo pasado. Ya que mucho de lo que plasmó con su arte en este edificio, por desgracia, sigue vigente hasta nuestros días. En espera de que algún día su ideal de Paz y Armonía Social se puedan lograr en este mundo.
Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta Rodríguez y su hermano gemelo Carlos, quien murió a los dos años de edad, nacieron el 8 de diciembre de 1886 en Guanajuato, Guanajuato.
En 1952 Rivera manifestó a un auditorio en la ciudad de México que sus antepasados habían sido «españoles, holandeses, portugueses, italianos, rusos y –me siento orgulloso de decirlo – judíos». Y ese mismo año también dijo a un periodista que él, era «judío en sus tres octavas partes», siendo su abuelo paterno Anastasio de la Rivera Sforza, hijo de un judío italiano nacido en Petrogrado, y su bisabuela, también por el lado paterno, que era de raza china.
Siempre se declaró ateo y fue militante del Partido Comunista Mexicano de 1922 a 1929, año de su expulsión, bajo la «acusación» de haber aceptado la dirección de la Academia de Artes de San Carlos, ya que ésta era parte de un «gobierno burgués». La realidad es que tenía muchas discrepancias con los dirigentes del partido.
Junto con Siqueiros, Xavier Guerrero y otros, fundaron el Sindicato Nacional de Pintores y el periódico que llevó por nombre «El Machete», primer órgano de prensa estable dentro del PCM. Diego murió en la Ciudad de México el 24 de Noviembre de 1957. (Ver bibliografía y enlaces).
Angelina Belloff fue compañera y amante de Diego, artista emigrante rusa, a quien conoció por medio de la pintora española María Gutiérrez Blanchard, en la ciudad de Brujas, Bélgica. De ese matrimonio, y cuando vivían en París, nació un hijo que murió al poco tiempo (1918). A través de Angelina fue que Diego amplió su círculo de amistades con intelectuales rusos.
Al año siguiente nació su hija Marika, producto de los amoríos que tuvo con la pintora, también rusa, Marievna Vorobiev-Stebelsca; la paternidad de esa niña nunca la reconoció legalmente, aunque si le proporcionó ayuda económica por muchos años. El mismo Diego describe muy bien su relación con Angelina cuando dijo:
«Ella me dio todo lo que una mujer le puede dar a un hombre. En cambio, ella recibió de mi todo el dolor en el corazón y miseria que un hombre puede causarle a una mujer».
En junio de 1921 Rivera deja París para regresar a México, en razón de que su padre estaba muy grave. Esto marcó el final de su relación con ellas y sólo volvió a ver a Angelina hasta muchos años después.
Diego llegó a la ciudad de México en julio de 1921, e inmediatamente después de su llegada conoció a José Vasconcelos, quien en esa época, impulsaba su cruzada por la educación en nuestro país, a través de las Misiones Culturales; a los artistas e intelectuales del país les brindó todo su apoyo a través de la Secretaría de Educación.
Una de sus ideas más importantes fue la creación de murales en edificios públicos para que el arte pudiera compartirse con el pueblo. En donde los temas de los murales intentarían ilustrar la identidad mexicana. Razón por la cual mandó a Diego y a otros artistas más a viajar por el interior del país para que se conpenetraran de la vida del México indígena y rural.
Años más tarde romperían Diego y Vasconcelos, a lo que Bertram de Wolfe escribiría:
«Sin Vasconcelos, Rivera jamás habría tenido la oportunidad de pintar frescos en los muros públicos; sin el gran renacimiento del fresco, Vasconcelos habría tenido menos renombre».
Este es el mural que Diego pintó en el Anfiteatro Bolívar de la antigua Escuela Nacional Preparatoria, y que en opinión del crítico de arte Antonio Rodríguez:
«Con La Creación del Anfiteatro Bolívar -digámoslo en síntesis de este capítulo- inició Diego Rivera el muralismo de México; con los frescos de la SEP, abrió las puertas hacia las entrañas del país: el encuentro de México consigo mismo que sería parte del renacimiento o de la resurrección espiritual propiciada por la Revolución».
Pero el mismo Diego, al referirse a su obra, quedó muy insatisfecho, ya que desde su punto de vista no llegó a ilustrar bien la identidad mexicana ; decía que era demasiado imitativo del estilo clásico europeo. Mural que provocó mucha polémica, partidarismos tanto a favor como en contra. Oficialmente se inauguró en marzo de 1923.
En la cronología de la pintura mural de Diego Rivera, los frescos de la Escuela Nacional de Agricultura (ENA) ocupan el tercer lugar. El primero corresponde a la decoración del Anfiteatro Bolívar, y el segundo a los numerosos tableros de la Secretaría de Educación Pública (SEP) (1923-1928). Pero, en rigor, en este segundo lugar deben considerarse tanto la SEP como la ENA. En la segunda mitad de 1923, Rivera firmó el primer contrato para decorar el zaguán y el cubo de la escalera del edificio principal, así como el de la capilla. Los trabajos en la capilla se iniciaron en 1924.
Marte R. Gómez Segura, director de la ENA en 1923 y 1924, quien propuso como lema para la institución: «Aquí se enseña a explotar la tierra, no al hombre»; escribiría posteriormente (Ver bibliografía) lo siguiente:
«Nuestro genial muralista Diego Rivera… que con los frescos que pintaba en los corredores de la Secretaría de Educación Pública traducía, con el lenguaje de la plástica, la nueva ideología de la Revolución Mexicana, fue quien, por razón natural, nos pareció indicado para perpetuar en el vestíbulo y en el cubo de la escalera del edificio principal y en la capilla de la vieja hacienda, convertida en templo del saber, un mensaje que estableciera el clima y saturara la atmósfera que nos interesaba hacer respirar a las nuevas generaciones de ingenieros agónomos».
A continuación presentamos un fragmento del artículo que escribiera Guadalupe Rivera Marín, hija del pintor, en la revista SABER VER (No.4, Noviembre-Diciembre, 1999), al referirse al día en que murio su padre, el 24 de noviembre de 1957 a las once de la noche.
«…Su lecho de muerte estaba instalado en el área dedicada a su taller en la casa-estudio de San Angel Inn. Murió rodeado de sus objetos preferidos: los grandes y espantables Judas tradicionales, sus piezas excelentes de arte prehispánico, las vajillas de barro y vidrio producidas por artesanos de todas las regiones del país, y la colección de juguetes mexicanos que había reunido en sus innumerables viajes. Pidió que en la mesita situada al lado de su cama de enfermo se colocara una campana de bronce, la cual, por su tamaño, emitía un sonido profundo y fuerte. A propósito la había colocado al alcance de la mano, con la intención de hacerla sonar al sentir la cercanía de la muerte.
Para quienes vivíamos a su lado y lo amábamos, el sonido iba a ser augurio nefasto y tendría como resultado largos días de duelo. Y así ocurrió: pasadas las once de la noche, en la casa que ocupábamos mis hijos y yo al lado del estudio, se escuchó este tintineo aún recordado, el cual permanece en mi memoria y en mis oídos como si hubiera decidido no salir de ahí. Corrí al lado de mi padre y todavía alcancé a abrazarlo antes de sentir su último suspiro, y de que se alejara para siempre de nuestro lado.
Al día siguiente, 25 de noviembre de 1957, se llevaría a cabo su sepelio en la Rotonda de los Hombres Ilustres…» (Panteón de Dolores de la Cd. de México).
El 29 de julio de 1955, casi un año después de la muerte de Frida Kahlo, Diego contrajo matrimonio por cuarta vez, con Emma Hurtado, quien era mucho más joven que él, y amiga suya desde hacía diez años.
En 1946 le confirió el derecho de exhibir y vender todas sus pinturas de caballete y dibujos que no estuvieran hechos bajo pedido. Lo cual se hacía a través de la Galería Diego Rivera, propiedad de Emma, y quien lo acompañaría hasta el día de su muerte.